e shtunë, 21 korrik 2007


El diccionario que jamás abriría…

En el fascinante mundo de las palabras, existen algunas que yo no usaría nunca. Los motivos son tan locos e incoherentes como la etimología de estas particulares palabras.

Y es que las palabras, junto a los ojos, son el reflejo del alma de las personas. A través de ellas, tenemos la oportunidad de expresar los más maravillosos sentimientos; y por supuesto, los más tristes momentos.

Sin embargo, y pese a la gran utilidad de éstas en nuestras vidas, mi diccionario personal prefiere omitir algunas palabras que han nacido, en muchos casos, gracias a la archiconocida idiosicrasia de los zulianos.

Primer grupo:
- Guanete. Deformación de aspecto no muy agradable que se presenta en los dedos de los pies.
- Mondongo. Nombre que se le da a algo parecido a la sopa y que tiene todos los ingredientes que puedan existir en el mundo.
- Petaca. Instrumento de entretenimiento para los niños, mejor llamado volantín.
- “Me digo a ahogar”. Expresión que usan algunas personas para indicar su cansancio al caminar mucho.
- Sala`o. Se denomina así, a las carnes y pollos que habitualmente se adquieren en un hogar, en tiempos predeterminados.
- “Voy a hacer la compra”. Expresión que usan las familias para indicar que van a adquirir los alimentos y artículos que se necesitan en sus casas.
- Fritar. “Sinónimo” de freír. Aunque el Diccionario de la Real Academia Española (Drae), la da como válida, yo sigo firme en el hecho de no usarla.

¿Qué clase de persona, en su sano juicio y con una salud mental estable, usaría este tipo de palabras en su vida cotidiana? Bueno, cada cabeza es un mundo…pero definitivamente yo, en mi mundo maravilloso, no las aceptaría jamás.
¡Ja, ja, ja, ja, ja!
cOnTiNuArÁ...

e premte, 13 korrik 2007


Si el mundo contara hasta diez...!¡
...Este mundo sería tan maravilloso como el de mi amiga Alicia.
Nada te falta. A mí me falta tu muestra de amor. Tu comprensión. Tu respeto. Tu confianza. No te gusta escuchar, quizá por eso no has aprendido a oírme. Hablas y gritas cuando te provoca, cuando así lo decides.
Mientras tanto, los que te rodeamos, tenemos que escucharte en momento que se te ocurra, que resulta ser siempre el menos oportuno.
No te sabes controlar. Actúas siguiendo tus impulsos. No piensas antes de actuar. Tampoco sabes hablar, sólo gritar. Crees que mientras más fuertes sean tus gritos, más rápido te escucharán y más intimidación sembrarás.

¿Por qué no te calmas? Aguanta la respiración y cuenta hasta diez...conforme vayas avanzando en la cuenta, la ira se disminuirá y tus emociones y pensamientos volverán a su estado original.

1...crees que no soportas más y que es hora de explotar.
2...no quieres perder más tiempo.
3...crees que estás en lo correcto, y que la única manera de hacerlo entender es imponiéndote.
4...la ira te tiene totalmente cegado. No quieres volver atrás.
5...reaccionas. Te das cuenta de cómo, poco a poco, vas sintiendo ganas de relajarte.
6...la ira y el odio abandonan tu cuerpo.
7...te sientes extraña. Diferente. Todo lo negativo que sentías y que querías exteriorizar, se está marchando de tu corazón.
8, 9...te percatas de que tus emociones se estabilizan. Sientes equilibrio, y la hilación y coherencia de apoderan de tus pensamientos.
10...Vuelves a ser tú. Te relajas, te calmas. Entonces, puedes expresar lo que sientes sin necesidad de agresiones ni violencia.

...Ahora, luego de contar, es más fácil y simple hablar o comunicarte. Una vez que te deshaces de tu negatividad, notas la diferencia.

RECUERDA: si tú cambias, el mundo también lo hará. Haz la diferencia!¡ =)



e diel, 1 korrik 2007


La ruta al clímax

Las luces están apagadas. Sólo quedan dos personas en una habitación parcialmente oscura. Un hombre y una mujer. Poco a poco sienten como su respiración comienza a acelerarse y como su corazón aumenta la velocidad con cada latido. El deseo de la carne se incrementa con cada pensamiento...Una vez más, la tentación vuelve a ganarle a la cordura.

Esta escena se repite, por lo menos, dos veces al día en todo el planeta. Y es que a la hora de complacer los instintos más carnívoros, sólo importan las ganas, pues la naturaleza del hombre es la de ser un ser sexual.

El camino al clímax femenino es quizá una de las rutas con más difícil acceso, ya que para muchas, sus zonas erógenas no han sido lo suficientemente exploradas como para dar inicio a la tan esperada estocada final.

Los órganos erógenos femeninos son los de mayor sensibilidad, por lo cual estimularlos con suaves besos y caricias activaría sexualmente a la fémina en cuestión. Los oídos, los muslos, los labios y la vagina, son algunas de las zonas más sensibles del ser humano.

La ruta hacia el placer femenino comienza parte por parte. Si volvemos a la escena de la habitación oscura, es recomendable que el hombre empieze por besar los oídos de su pareja, al mismo tiempo que debe susurrarle cosas sensuales. Un complemento sería soplar o rozar delicadamente el lóbulo de la oreja.

Posteriormente, deben estimularse los labios. Si se roza suavemente la boca, usando la lengua, la cual puede estimular cualquier zona del cuerpo, se alcanza un punto en donde la mujer estaría predispuesta a iniciar una relación sexual.

Acariciar, soplar o lamer el cuello, produce una sensación cercana al placer, que incluso llega a a erizar el vello en la piel. La pasión que despierta un tierno beso en el cuello resulta ser indescriptiblemente placentera para cualquier mujer.

De acuerdo a algunos psicólogos, ir de arriba a abajo es recomendable para alcanzar el orgasmo. Cuando se llega a la mitad de la esbelta figura femenina, la intensidad de la exitación sobrepasa la cordura. La delicada zona de los senos, resulta débil al sentir la respiración de una boca cerca.

Un soplo o constantes besos alrededor, definitivamente hace que la mujer quiera más.
Las caricias de unas suaves manos masculinas sobre los muslos, cuando la mujer está exitada, produce una sensación agradable con un efecto muy particular. La sangre se desvía hacia el interior de los muslos, por lo que la temperatura aumenta.

Es en este punto, en el oportuno jugueteo pre-penetración, donde la mujer anhela la proximidad del acto sexual.

Este artículo fue escrito para un proyecto universitario. Una revista de corte sexual, que hicimos para una materia. Marifé, Carlota, Daniel y yo estuvimos a cargo. Mi querido editor, Daniel, me puso esta pauta.
Primera vez que escribo sobre sexo...=) ¿Qué tal?
NOTA: La fotografía fue tomada del Flirk de Marifé