e enjte, 31 maj 2007

Por una Venezuela libre de partidos políticos (2)

...Sencillamente quiero un país completo. Sin fraccionamientos. Sin colores impuestos por candidatos que únicamente buscan poder, pues se mueven de acuerdo a sus intereses.
Que quede claro: Venezuela no es roja como la sangre que derramaron nuestros libertadores. Tampoco es azul como el cielo que nos cubre. Ella, sólo es una mujer.

No creo en politiquería.....soy VENEZOLANA !!!!

Por una Venezuela libre de partidos políticos (1)


Candidatos presidenciales van y viene en cualquier país del mundo. Todos con un mismo objetivo: llegar al poder. Y, luego de que llegen, se olvidan se su pueblo y se centran sólo en ellos.
Los sectores opositores en mi país, siempre dicen que todo lo controla el gobierno "rojo, rojito". Y en los últimos años han salido a las calles para manifestar su descontento con el régimen que lidera Hugo Chávez.
En el otro lado de la balanza, lo sectotes oficialistas dicen amén ! a lo que el presidente exprese o haga; y jamás aceptarán otros criterios tan azules como el cielo.
Y es que así es la política. Desde los primeros períodos presidenciales, no importa el candidato en cuestión, el páis se dividía en dos. Claro, porque todo gobierno necesita de grupos que refuten sus ideales y propuestas para mejorarlos. Lo malo es que a nadie le gusta oír sus defectos.
El deseo voluntario, pero poco porbable, de tener un país libre de política me aniquila el pensamiento como si se tratase de un martillo. Y me refiero a la política en un sentido más cercano a la manera en cómo una sociedad alcanza sus objetivos de manera unida; y no a las interrelaciones humanas, pues éstas últimas son objeto de estudio de la comunicación.
Entiéndase bien: la política es el arte de vivir mejor en sociedad !!!!!!! Jamás se debe concebir a la política como una escalera al éxito individual !!!!
¡¡ eN uN pAÍs hAy qUe PeNsAr En FuNcIóN dE uN tOdO !!

Isabela en un país no tan maravilloso
A veces no deseo vivir en este mundo, sencillamente porque está al revés. Todo lo que debe ser blanco es negro. Los que se deben querer se odian, o por lo menos, no se soportan.

Hasta lo más simple es complicado: desde comer o satisfacer nuestras necesidades más primarias, hasta escoger vivir en este no muy perfecto mundo o respetar nuestros ideales más arraigados.¿Por qué? No sé. Y probablemente nunca lo sepa.

Hace varios días leí un fragmento de un libro de un uruguayo apellidado Galeano. Más o menos decía así: "si Alicia (ésa, la del país de las maravillas creado por Lewis Carroll) quisiera ver de nuevo el mundo al revés, no tendría que pasar a través de ses gran espejo. Únicamente le bastaría con asomarse a la ventana".
Eso es más fácil y cierto que cualquiera de las teorías de Carlos Marx o tan profundo y complejo como los pensamientos que dominaban a Aristóteles en épocas pasadas.Por allá, por la época del humanismo alguien decía: "primero pienso y después existo". Pero al parecer, en este mundo, usar muy a menudo la cabeza puede traer graves consecuencias; como por ejemplo pensar de más.

Pensar demasiado, a su vez, acarrea más consecuencias: ponernos el mundo patas arriba, de cabeza, pues.

Evidentemente, si Alicia viviera en nuestros días, no hubiese tenido que hacer ese largo viaje y pasar por todas esas experiencias para darse cuenta de que el mundo no es como lo pintan.

Simplemente bastaría con vivir nuestro día a día.Alicia no pensó mucho como lo hubiese hecho Aristóteles en sus tiempos. Tampoco se gastó cada día de su existencia preocupándose por su futuro, por momentos o por personas cercanas. Sólo vivió. Sin presiones. Sólo ella y sus ganas de descubrir cosas nuevas y divertidas.

Puedo asegurar que la reina del país de las maravillas, no pensaba en la guerra de Estados Unidos contra Irak. O en los miles de niños que habitan las frías calles de este mundo. Este tierra, que no es tan maravillosa como en el mundo en el que ella vivía.Sin duda ella vivía.

Nosotros, los víles mortales, sufrimos (saludos a mi amiga Ledys, dónde quiera que esté). Qué comeremos mañana, con qué dinero hacemos esto o aquello. Nos preocupamos por nuestra familia, nuestros amigos, los estudios, el autobus que nuca pasa, la vecina que habla mal de nosotros; bla, bla...En fin, todas estas cosas y muchas más, nos maltratan la vida, restándonos la tan anhelada felicidad.

Ajá, la felicidad. Una palabra tan fácil de pronunciar y tan difícil de definir. Un significado tan complejo y un alcance tan superficial, poco profundo.Con esto, no se quiero sonar pesimista, al contrario, hay que permanecer tan positivos como Marx. Pero tampoco se es tan maravillosa como mi amiga invisible.

Universos paralelos
¿Qué diría mi buena amiga Alicia si le propusiera cambiar de mundo?. Le diría: "ven a vivir en mi mundo no tan maravilloso, y yo ocupo tu espejo mágico". Pongamos a trabajar la creatividad de nuestra imaginación.Si nos guiamos por la curiosidad que caracteriza a esta niña, quizá aceptaría de inmediato. Aunque nunca lo sabré.

Lo primero que yo haría sería vivir, punto: comería frutas y vegetales para no engordar, porque problablemente no pasaría a través del espejo. Pasaría las 24 horas del día sin zapatos que me molesten y sentiría la textura de las hojas que cubrirían el suelo en días de otoño.

Mientras tanto, Alicia, estaría desgustando algún jugoso bocadillo con una infaltable Coca-Cola. Visitaría cada tienda buscando aquellos zapatos buenos, bonitos y baratos que la protegan del calos del suelo.Yo, en su mundo perfecto, estaría cubu¡erta con un suave pantalón corto (mono o short) y con una simple franelilla.

Ella, en mi mundo no tan perfecto, buscaría lo jeans más "in" y una blusa larga con la gastada silueta de un odioso osito Tous.Ja, ja, ja. Tal ves se obsecionaría con el repetitivo Tous. Compraría blusas, correas, carteras. pulseras, zarcillos, cuadernos, lápices y pare usted de contar. Porque en mi mundo, mientras más cosas se tiene, más se quiere (saludos a mi amiga Ivanna, donde quiera que esté).

En cambio yo, no me preocuparía por las fastidiosas modas. Estaría más ocupada respirando aire natural, lejos de la contaminación de mi inmaravillado mundo. Observaría cuidadosamente lo verde de las montañas, el color radiante de las flores y la transparencia de la cristalina agua de los ríos.

Estoy segura de que en este lado del planeta, no se necesitaría un autobus o transporte colectivo para ir de un aldo al otro.Caminaría, lo que mejoraría mi salud. Vivía sumergida en las corrientes de agua de mi nuvo mundo...No me depilaría ninguna parte de mi cuerpo, mucho menos me sacaría la cejas...No me maquillaría. Simplemente viviría al natural. ¡Que divertido!

Al otro lado de este enrredado universo, allá, donde está Alicia, todo es caos. Pobrecita. Es que entre hacerse las uñas, realizarse el afamodo alisado japonés y presumir su nuevo look ante sus muy envidiosos amigos, no le queda tiempo para disfrutar de las valiosas cosas que ofrece la vida.

Alicia, la maravillosa, con su nuevo look, aspiraría aire sucio y tendría que montarse eb calientes autobuses para llegar a presumir ante sus amigos. Lo cual arruinaría su cabello perfecto. Pobrecita Alicia.

El calor la afixiaría y se enfermaría de strees, el mal característico de los que habitan en mi mundo no tan marsvilloso. Lo que ella descone es que en mi infortunado país (entiéndase, mundo), las enfermedades y los males, vienen encadenados. Cuando aparece el primero, arrastra a otros tanto. Uno detrás del otro.

En cambio, yo trataría de encotrarme conmigo misma en un sentido muy personal; y puedo afirmar que a Alicia no le quedaría tiempo para pensar en ella como individuo, más allá de los superficial.Poco a poco nos iríamos acostumbrando a nuestra nueva realidad. Y para aligerar la carga de ese proceso, yo intentaría modificar el pensamiento modernista de mis seres queridos para lograr así que ellos atravesaran el espejo mágico que divide a dos mundos.

Con esa fórmula, solucionaría mi único inconveniente en mi nuevo hogar (no problema, como lo denominarían en mi antiguo mundo) :la soledad.

Para ese entonces, la maravillosa Alicia, al descubrir la marcada superficialidad que cubre a lo que solía ser mi mundo, arañaría el espejo que conduce al país de las maravillas que ahora ocupo yo. Ya sería tarde para regresar. Porque probablemente yo no volvería jamás al país de las
pesadillas.
Continuará...